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EL REQUIEM EN RE MENOR DE MOZART SONARÁ MAÑANA EN EL AUDITORIO MUNICIPAL

EL REQUIEM EN RE MENOR DE MOZART SONARÁ MAÑANA EN EL AUDITORIO MUNICIPAL

Vandalia, solistas de la Orquesta Barroca de Sevilla, la Orquesta Barroca del Conservatorio Superior de Sevilla, la Joven Orquesta Barroca de Sevilla y el Coro de la Sociedad Musical de Sevilla, dirigidos por el prestigioso director alemán Martin Schmidt, interpretarán una de las obras maestras de la historia de la música universal que llevó a Mozart de la muerte a la eternidad

Tomares revivirá mañana, 14 de febrero, al gran compositor austriaco Wolfang Amadeus Mozart con un gran concierto, su famoso Réquiem en Re Menor K. 626, una de las grandes obras maestras y más bellas de la historia de la música universal que ha consagrado al gran genio de Salzburgo de la muerte a la eternidad.

El concierto, para que se han agotado todas las localidades, será ofrecido por seis prestigiosas agrupaciones sevillanas: el grupo vocal Vandalia, solistas de la Orquesta Barroca de Sevilla, la Orquesta Barroca del Conservatorio Superior de Música “Manuel Castillo” de Sevilla, la Joven Orquesta Barroca de Sevilla y el Coro de la Sociedad Musical de Sevilla, que dirigidos por el laureado director alemán Martin Schmidt, interpretarán una de las piezas de mayor maestría, potencia expresiva y belleza de Mozart, el “Réquiem en Re Menor K. 626”. Será a las 20:30 horas en el Auditorio Municipal Rafael de León de Tomares.

Una obra a la que Mozart se entregó febrilmente, pues se dice que de él que siempre pensó en sus delirios que había sido la misma Muerte la que le había encargado componer la obra para la misa de su propio funeral. Parece ser que en el delirio de creer que escribía su propio funeral, llevó al gran maestro a destilar toda su maestría y fuerza expresiva, y como si su salvación dependiera de esa partitura, dibujó más que escribió, las notas que quería que le acompañasen más allá de la muerte. Tal es así que algunas de sus secciones como el “Introitus”, el “Kyrie”, el “Dies Irae” o el “Lacrimosa”, se encuentran entre las cimas no solo de su producción sino de la música universal.

Era como si Mozart presagiara su propia muerte. Pero parece ser que la realidad fue menos poética o romántica. La obra le fue encargada por el conde Franz von Walsegg para la misa de réquiem de su fallecida esposa. El viudo pidió a Mozart que no la firmase para hacer creer a los demás que la obra era suya. Era una noche lluviosa de julio de 1791 y la muerte sobrevenía al gran compositor el 5 de diciembre de ese mismo año, dejando inconclusa una obra que fue completada por su discípulo Franz Xaver Süssmayer (1766-1803), estrenándose en 1793 en la Wiener Neustadt.

Parece cierto que Mozart dejó completa la Introducción –el Réquiem (adagio) seguido del Kyrie (allegro) fugado- y gran parte de los cinco primeros movimientos (del  “Dies Irae” al “Confutatis), además de ocho compases del sexto movimiento, el “Lacrimosa”, uno de los fragmentos más bellos de la música universal que hacen de Mozart uno de los grandes genios de la historia de la música.

 

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